Es uno de los pocos todoterreno auténticos que quedan en el mercado.
Los nombres de los coches responden a muchos significados, a veces es por su sonoridad, otras porque siguen un código alfanumérico de la marca y otras, bueno otras tienen un significado especial. El Jeep Wrangler es uno de ellos. Wrangler significa vaquero, o sea, los cowboys que había en las películas del Oeste que atravesaban llanuras y conquistaban horizontes.
Jeep lleva utilizando la denominación Wrangler desde hace más de tres décadas. Y detrás de él hay mucha historia porque es el sucesor del Jeep CJ, la versión civil del Willys, el vehículo que el ejército de los EEUU utilizó en la Segunda Guerra Mundial.
El Wrangler uno de los pocos todoterrenos que de verdad quedan, de esos que tenían reductoras y eran capaces de subir por una pared sin despeinarse. Sí, es un cowboy pero también un lince ibérico, una especie en peligro de extinción que hay que disfrutar antes de que las tendencias del mercado borren del mapa este tipo de vehículos de leyenda porque los SUV están acabando con todo. Apenas el Mercedes Clase G comparte con él vocación aventurera. También el Land Rover Defender, a pesar de que en su última actualización se ha hecho un señorito con acabados y equipamientos más propios de Range Rover que de su estirpe. Pero en el mercado hay poco más.
Pero, vamos a aclarar en qué se diferencia un SUV de un todoterreno puro. Hay muchos diferencias, pero dos de ellas son fundamentales. Una es que van montados sobre un chasis de doble viga en lugar de monocasco. Eso quiere decir que tiene menos resistencia a la torsión, como ocurre en el caso del Wrangler. La segunda, es que lleva reductoras es decir, un componente que, cuando la situación se complica, te permite acortar los desarrollos de las marchas para aumentar el poder de tracción. En el Wrangler, además, lleva bloqueo de diferencial, un sistema que equivale a que cualquier rueda que tenga contacto con el suelo empuje, aunque alguna de las otras haya perdido tracción.
Dentro de los vehículos que son todoterreno, como ocurre con el Wrangler, puede haber dos tipos de carrocerías, corta y larga. El Wrangler corto es ágil porque la distancia entre ejes es menor que en el que tiene la carrocería larga. Imagina, por ejemplo, que tienes que pasar por una cresta. La posibilidad de que rocen los bajos será mayor si hay mucha distancia entre el eje delantero y trasero es muy grande. Sin embargo, si es pequeña, la probabilidad de pasar sin dañar los bajos será menor. ¿Para qué es mejor el de carrocería larga? Para circular por autovía, porque ahí tiene más aplomo, más estabilidad.
El propio concepto de vehículo es el que le condiciona. Al ser alto y con recorridos de la suspensión muy largos es capaz camina como un gato entre piedras, pero en zona de curvas tiene inercias muy pronunciadas. No hay que olvidar que pesa unas dos toneladas.
Aun así, está muy mejorado respecto a la generación anterior. Ahora la dirección es más precisa, tiene un ángulo de giro destacable y el coche, en general, es más eficiente, si es que este término no es incompatible con la palabra todoterreno. Sigue conservando detalles guerreros, como unas robustas cintas que actúan de topes de las puertas, cables que no están ocultos, etc, pero esto contribuye aún más a incrementar la sensación de que se va en un verdadero todoterreno.
A esa estampa de vehículo de aventura, se une que se le pueden quitar el techo y las puertas, y el parabrisas es abatible. Es como si fueras la protagonista de una película de exploradores.
Pero por esta imagen hay que pagar un precio. Y no me refiero solo a los más de 58.000 euros que vale en España, sino a algunos detalles, como unas emisiones altas, la carencia de una plataforma de colocar el pie izquierdo cuando se conduce o el acceso a las plazas trasera en la versión corta. A cambio, tendrás el placer de conducir una leyenda que, en sus orígenes, ayudó a acabar con el nazismo.