Tener un coche eléctrico no es una opción

Es la única vía si quieres que siga habiendo vida en el planeta. Y Volkswagen, que acaba de lanzar el ID.4, lo sabe

 

Esta vez sí va en serio. No se trata de postureo medioambiental, sino de una realidad que ha llegado para quedarse. Ya no hay excusas para no apostar por los coches eléctricos, ni sirve aquello de que «¿dónde lo cargo?» o «las baterías duran muy poco». La versión más capaz del Volkswagen ID.4 supera los 500 km de autonomía y la carga, una pesadilla hasta ahora, empieza a dejar de serlo. Seis gigafactorías va a instalar Volkswagen en Europa para producir celdas, el elemento básico de una batería, en cantidades industriales a precios muy reducidos.

En no más de cuatro o cinco años veremos vehículos eléctricos por precios inferiores a 20000 euros. Mientras tanto, el Plan Moves III sale en ayuda del consumidor y ofrece ayudas de hasta 7000 euros para la compra de este tipo de automóviles y, lo que es más importante, para la instalación de 100.000 puntos de recarga en los próximos tres años.

Esta cifra es todavía muy discreta si se pretende un parque móvil eléctrico a mitad de siglo, pero para entonces todos los agentes que intervienen en la movilidad eléctrica habrán variado mucho y no solo desde el punto de vista del coste del producto, sino también de los tiempos de recarga y de la red de suministro. Eso no quiere decir que haya que esperar hasta entonces para tomar una decisión de compra que deberíamos haber asumido hace tiempo si hablamos de responsabilidad con el mundo que vamos a dejar a nuestros hijos y nietos. La decisión hay que tomarla ya y, aunque muchos todavía lo dudan, no es una equivocación adoptarla. La equivocación es no hacerlo.

Es cierto que el 70% de los coches pertenecen a propietarios que viven en pisos sin garaje. Pero, antes de tirar la toalla, hay que pararse a pensar si realmente esto es un freno porque, realmente, ¿cuánto se tarda en cargar un eléctrico? En el caso del ID.4 de Volkswagen, el 80% de la batería se llena en apenas 38′ en un punto de carga de 125 kW. Por supuesto repostar con diésel o gasolina es más rápido, pero tampoco es un drama dejar el coche cargando en un punto público mientras haces cualquier gestión o trabajas. Además, ¿cada cuánto tiempo tu coche hace 500 km? ¿Una semana, quince días? Si es así, ¿de verdad que es tan grave dejar el coche cargando una o dos horas cada dos semanas en un poste cercano a tu casa?

No hay excusa. Y menos cuando en el mercado te encuentras modelos como este de Volkswagen que dan un paso adelante en el plano de la movilidad eléctrica y tecnológica. Aleja de tu cabeza la idea de que las marcas de coches son productores industriales porque ese concepto pertenece al pasado. Ahora son desarrolladores de software y proveedores de servicios. Se han reinventado después de años de no saber hacia dónde tirar. Lo ves al entrar en el ID.4. No hace falta llave ni necesita botón de arranque. Simplemente te reconoce, sabes que estás ahí, dispuesto a ponerte a los mandos de esa máquina que más parece un videojuego que un automóvil.

El head up display, un sistema que proyecta información relevante sobre el limpiaparabrisas, te recibe con más información dinámica de la que nunca habías visto hasta ahora en un automóvil. Utiliza la realidad aumentada para mostrarte sobre la imagen del mundo que tienes delante del coche una serie de indicaciones y flechas digitales que se van agrandando y moviendo en función de la premura con la debes realizar una determinada acción. Sí, claro, el puesto de conducción es convencional, si por convencional se entienden que desde el volante se puedan accionar muchas de las funciones del vehículo. Pero quizá lo más diferente que ves es la palanca de cambios de la caja automática. No está entre los dos asientos, como es habitual, ni siquiera es una palanca que sale del volante como hacían los Seat o Chrysler de los años sesenta o como hacen en la actualidad los Mercedes. Es como un apéndice anejo al cuadro de instrumentación. Presionándolo hacia el conductor activa las funciones de punto neutro y marcha atrás. Llevándolo en sentido contrario, hacia el limpiaparabrisas, la directa y la opción One Pedal, que se representa con una B. Se trata esta de una función que aumenta de tal manera la capacidad de retención del motor cuando se levanta el pedal del acelerador, que prácticamente hace innecesario pisar el pedal del freno para reducir la velocidad. El motor lo hace por sí solo. Va alojado en el eje trasero porque sí, Volkswagen ha vuelto a sus orígenes, a la tracción trasera que inmortalizó el Volkswagen Beetle. En aquel momento Volkswagen apostó por este esquema por una cuestión de costes y de simplicidad mecánica. Ahora, lo hace por lograr un reparto de pesos del 50/50 entre ambos ejes, algo que no es baladí teniendo en cuenta que los coches eléctricos pesan mucho más debido a las baterías. En el caso del ID.4, como en la mayoría de este tipo de coches, conforman una fina capa a lo largo de los bajos del coche. La solución es muy razonable porque, al bajar el centro de gravedad, aporta aplomo y estabilidad al coche. Este esquema al principio resulta chocante porque el suelo del coche, como ocurre con todos los eléctricos, está muy alto, pero es solo la sorpresa que produce algo nuevo. Además, contribuye a liberar mucho espacio interior, una de las grandes ventajas de los eléctricos.

En el caso del ID.4 la habitabilidad es mayor que la de otros SUV de tamaño similar. La razón está en que no lleva un motor de combustión bajo el capó delantero, sino que es un motor eléctrico de pequeñas dimensiones situado atrás. Tan reducido es que podrías llevarlo en una bolsa de deportes si fueras capaz de colgarte al hombro los 90 kg que pesa. Eso quiere decir que el eje delantero se ha podido adelantar mucho, con la consiguiente ganancia de espacio a bordo. Y tranquila si temes que la distancia entre ejes pueda penalizar el ángulo de giro, porque el hecho de no tener tracción delantera ni motor de combustión con muchos elementos auxiliares le ha permitido liberar un espacio vital para que la ruedas giren al máximo.

Y más tranquila aún si, además del medio ambiente, te preocupa la seguridad porque en el ID.4 no hay cámaras que te vigilen como ocurre en muchos lugares de nuestro entorno, sino que su misión, junto a la de los radares y sensores que hay por todo el coche, es trabajar para aumentar la precisión de los diferentes asistentes a la conducción evaluando la distancia que hay al coche que te precede, advirtiéndote de si alguien se te aproxima a tu automóvil más de la cuenta o permitiéndote realizar un aparcamiento sin temor a roces. Pero no a ese roce que hace el cariño, sino al que enerva y te penaliza en el seguro.

En España, en su versión básica de 52 kWh y 344 km de autonomía el Volkswagen ID.4 está disponible a partir de 25.465 con las ayudas del plan Moves y de la marca incluidas. A la venta también se encuentra un modelo más potente de 77 kWh y un autonomía de 522 km por 33.595, también contando con las subvenciones.

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